Los conflictos familiares son situaciones comunes e inevitables en cualquier hogar, pero el saber cómo gestionarlos de manera efectiva ayuda a fortalecer los lazos entre los involucrados para promover una convivencia armoniosa. En este artículo conocerás herramientas para abordarlos de manera asertiva y encontrarás posibles soluciones.
Dentro de las familias, es natural que existan diferencias de opiniones, deseos, necesidades, puntos de vista, creencias, características, entre otros factores. Estas discrepancias llevan a discusiones, tensiones y en ocasiones, rupturas. Es por ello que lo importante no es evitar el conflicto, sino saber cómo resolverlo de manera efectiva y constructiva, en donde se logre llegar a acuerdos y cada parte involucrada se vea beneficiada.
Los conflictos suelen generarse por una comunicación ineficaz, debido a malos entendidos o suposiciones, incluso por cambios significativos como la llegada de un nuevo integrante, pérdidas físicas o materiales, además del estrés derivado de situaciones laborales, problemas económicos o de salud que puedan intensificar las tensiones preexistentes, entre otras situaciones personales. Por lo tanto, comprender y abordar estas situaciones es fundamental para la gestión efectiva de conflictos.
Antes de abordar el conflicto con la o las personas involucradas, ubiquen un entorno neutral y sin distracciones que permita la concentración, determinen el momento adecuado, en donde tengan la disposición para hablar acerca de lo sucedido, ya que, cuando se está en el punto máximo de la emoción (enojo, tristeza, frustración), se obstaculiza el diálogo de manera concreta y respetuosa, lo cual genera una mayor discusión, elevando el conflicto sin poder resolverlo.
Una de las claves para resolver conflictos es mantener una comunicación abierta y honesta, para que todos los participantes se sientan escuchados y comprendidos. Para lograrlo es necesario practicar la escucha activa, lo cual implica prestar atención a lo que la otra persona está diciendo sin interrupciones, mostrando empatía y tratando de comprender su punto de vista. Esto no quiere decir que se tenga que acceder o estar de acuerdo en todo, sino que se refiere a comunicar el sentir o la idea y buscar un equilibrio en donde ambas partes se vean beneficiadas; además, no necesariamente implica estar de acuerdo con todo lo expresado, sino más bien transmitir nuestros propios sentimientos e ideas, buscando un punto medio para favorecer a ambas partes.
Otra estrategia es establecer normas y límites claros en la dinámica familiar, ya que, al establecer expectativas puntuales sobre lo que se espera de cada miembro y su manejo de roles, actividades y diferencias, se genera una mayor claridad y comprensión, evitando caer en desacuerdos o diferencias. Además, el establecimiento de límites fomenta la responsabilidad individual y el respeto mutuo, creando un ambiente armonioso y colaborativo. Sin embargo, recuerda que estos deben de ser flexibles y del conocimiento de cada integrante. Al momento de dar a conocer dichos límites, toma en cuenta hacerlo con respeto, desde la claridad y de manera objetiva.
Recapitulando…busca soluciones en beneficio de todas las partes, mantén un diálogo abierto y lleguen a acuerdos justos para todos. Esto sin duda, requiere comunicación, flexibilidad y disposición para negociar, en un contexto de respeto mutuo. Dedica tiempo para realizar actividades en familia y fomenta diálogos abiertos para fortalecer lazos y crear un ambiente de comprensión y comunicación efectiva.