Es posible que a lo largo de la vida compartas con una o varias personas situaciones que te permitan formar vínculos afectivos, pero también vínculos legales.
Una vez llegada la edad adulta, estarás en posibilidad legal de decidir sobre tu deseo de iniciar relaciones con mayor formalidad, por ejemplo, si quieres vivir con alguien o si deseas casarte y con qué persona.
La ley, como reguladora de las actividades humanas, nombra y establece lineamientos ante determinados tipos de relación.
En la mayoría de los Estados de la República Mexicana, actualmente se encuentra prevista la posibilidad de que personas, sin importar su género, puedan vivir juntos, no solo como pareja, sino que esa decisión genere derechos y obligaciones, brindando seguridad jurídica a cada una de las personas involucradas.
Claro, como en todo existen reglas. Por ejemplo: si la decisión es vivir juntos, sin que medie un matrimonio civil, para que esa relación sea reconocida como concubinato, deberá, acorde a los requisitos de cada Estado, cumplir con los siguientes requisitos:
1.Cada una de las personas estarán libres de matrimonio.
2. Vivir, cuando menos, 2 años juntos, con la finalidad de formar una familia (con o sin hijos). Ese plazo puede omitirse si se tienen hijos en común, registrados con los apellidos de ambas personas.
A esa relación de hecho, se le conoce como concubinato y también genera derechos y obligaciones entre las personas que se unen con esta intención y bajo los criterios antes descritos.
Por otra parte, el matrimonio se considera ya, en la mayoría de los Estados de la República, como la unión de dos personas, sin importar el género, y que se unen bajo los requisitos de la Ley. Con esto podemos revisar el progreso que ha tenido la ley, donde se logra reflejar la vivencia de la sociedad con todo y sus diversidades. Este es un trabajo legislativo que pone como principio básico el respeto a los derechos humanos que tenemos todos y todas, buscando la inclusión y la protección de la ley a todas las formas de relaciones humanas.